miércoles, 30 de marzo de 2011

Relato de 1º de ESO (cómo pasa el tiempo...)


Sangrantes manoletinas rojas.

-¡A que no me pillas!- decía gritando una rubia muchacha con labios carnosos mientras corría delante de un niño algo más pequeño.

-¡Claro que te pillaré, no lo dudes ni un momento, Jane!- vociferaba un niño más pequeño detrás de ella- ¡Ya lo verás!

Jane, siempre descalza (nunca se colocaba zapatos de ningún tipo), y Alec corrían como caballos desbocados en el jardín del orfanato en el que vivían desde que quemaron a sus padres en la hoguera por tener “poderes extraños”.

Ellos, aunque no lo sabían, tenían también esos extraños poderes, y el personal del orfanato lo sabía, pero los protegían, nadie sabe por qué.

Corrían, corrían sin pensar, solo se preocupaban de jugar: Jane, de no ser atrapada por su hermano pequeño, ya que si esto ocurría él se lo recordaría hasta que fuesen del todo viejitos.

Y Alec…Alec solo iba detrás de Jane porque ella llevaba unas galletas con pasas deliciosas.

Ahora eran felices.

Eran felices porque no pensaban en nada; ni en las sucias cocineras del orfanato, ni de los serios y níveos profesores, ni de los niños repelentes que allí vivían.

Jane encontraba su mayor refugio en su hermano, y también en el señor Boone, el director del hospicio, que le daba ricas galletas con pasas y siempre la miraba con una cara un tanto extraña, que ella no lograba descubrir.

Un día, lluvioso, como todos los que había en Londres, el señor Boone llamó a la joven Jane a su despacho. Cuando ésta entró, con sus pies descalzos, él le dijo:

-Jane, tengo que hablar contigo, sobre alg…

-¡No, espere! Quiero preguntarle algo. ¿Cuál es su verdadero nombre? No sé, solo sabemos su apellido.

-¡Vaya, qué curiosa eres, Jane! Mi nombre es Luccio, y realmente, Boone no es mi apellido, es el apellido de mi padrino, fallecido hace ya un largo tiempo. Y, además, no soy inglés, estoy aquí por trabajo, pero en realidad provengo de Italia. ¡Oh, vaya! Me has preguntado mi nombre y te he contado una larga historia…

-No, no se preocupe, es muy interesante.

Luccio escuchó las palabras de aquella joven ensimismado, llevaba tanto tiempo fascinado por los poderes de esa muchacha…

¿Qué podría hacer ahora? No sabía si matarla para beber su sangre…

No, entonces la mataría y él sería un desdichado toda su vida por haber matado a la joven que amaba.

Entonces pensó, y pensó un grandioso plan…

-Verás, Jane, hemos pensado los profesores y yo que, como tú y Alec, tu hermano, tenéis un nivel avanzado en historia, podríamos pagaros una visita turística a Roma, una ciudad con una gran historia y grandes monumentos, ¿te gusta la idea?

-Pe…pero… ¡es fantástico! ¡Así usted también podrá visitar a su familia!

-Entonces, no hay más que hablar, recoge tus cosas, partimos mañana.

Jane salió del despacho, repitiendo una y otra vez:” ¡Gracias, gracias!”

Cuando llegaron al aeropuerto, fueron directamente a Roma, una ciudad preciosa y desconocida para Jane y Alec.

Pero después, los profesores y Luccio les condujeron a un callejón oscuro, donde bajaron por un extraño túnel.

-Tomad estas capas, ponéosla, es para un ritual propio de Italia, que se celebra desde hace siglos- dijo Luccio.

Jane y Alec, fascinados, cogieron cada uno su capa y se la colocaron rápidamente.

Y, además, Jane se colocó unas preciosas manoletinas rojas, por primera vez.

Siguieron bajando por aquel túnel hasta llegar a una especie de recepción, donde una hermosa joven rubia les aguardaba.

-Son turistas…- Murmuró Luccio a la señorita del mostrador.

-De acuerdo. Adelante- le contestó ella.

Caminaron por un pasadizo oscuro, y cuando éste acabó, un gran número de encapuchados les aguardaban.

Cayo dijo en voz alta:

-Arlezb, comprueba por ti mismo el potencial de esta joven.

Arlezb, otro encapuchado, aunque a través de la capa negra se divisaba una larga barba blanca, se acercó a Jane, y cuando puso su mano sobre su cabeza, se quedó inmóvil, atónito.

-No debe morir, debe quedarse con nosotros- murmuró en voz baja, aunque Jane sí que lo oyó.

Jane estaba aterrada; ¿por qué ella NO debía morir? ¿Acaso su hermano SÍ que merecía tan fatal destino?

-¡¿Quiénes sois vosotros?! ¡¿Por qué debo quedarme aquí?! ¿Acaso no veis a mi hermano? ¿Por qué no tiene que quedarse él conmigo?- chilló Jane a viva voz, con lágrimas en los ojos.

-¿Él también lo tiene, Luccio?- preguntó Arlezb.

Luccio negó con la cabeza, pero murmuró:

-Él no es como ella, haz lo que debas, Arlezb, pero a ella no la mates- dijo Luccio, amenazante.

-De acuerdo. Separadlos. Luego me encargaré de él. No le hagáis nada aún.

Alec no sabía qué ocurría en esa estancia, y le preguntó a su hermana:

-Jane, ¿qué pasa?

-Nada, hermanito, cógete de mi mano, y no me sueltes nunca…- Sollozó Jane, hundida.

Ambos se cogieron de la mano, pero, en ese momento, una intensa ráfaga luchaba por separarlos, de dejarlos solos el resto de sus existencias.

Un grupo de encapuchados se llevó a Alec, que se retorcía por volver con su hermana, la que siempre le defendía ante los fanfarrones del orfanato.

A Jane se la llevaron Arlezb y Luccio, del que nunca habría pensado algo así, de su director, del hombre de las galletas con pasas…; y también la sujetaban dos hombres más.

En otra habitación, sentaron a Jane en un sillón rojo de terciopelo, al igual que sus manoletinas nuevas.

Ella escuchaba la discusión entre los hombres:

- Luccio, hazlo tú: Fuiste tú el que la descubrió- decía Arlezb.

- Eleazar, sabes que no podré parar…- susurraba el director.

- Busca la forma, Arohn. Encuéntrala y sabrás detenerte.

Jane no quería escucharles. Quería salir de ese lugar, volver a “casa” y que nada de lo que estaba pasando fuere verdad.

De repente, escuchó los pasos de un hombre. Luccio:

-Lo siento, Jane. Era tu destino…

Cuando acabó de decir aquello, cogió la cara de Jane entre sus manos, y la torció levemente.

Acercó su boca al cuello de Jane y, en un último suspiro, innecesario para los vampiros, la mordió.

En ese último suspiro, el último necesario para Jane, ella pensó:

“Maldita la hora en que me puse estas sangrantes manoletinas rojas”.

Fin.


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